Dile al corazón que ame en voz baja

Le gusta saberla disfrutando su torpeza en las trampas de los zippers y los broches (o en los cordones de sus propias botas), en la medida en que ella va apareciendo para él, canela y bronce, para entablar sin igual batalla sin treguas ni me rindo, solo algún receso para intercambiar un trago en la perfecta copa de los labios y continuar escanciando las desnudeces de orgasmo en orgasmo (qué perdón de qué por apurarte), de tal suerte que él transcurrirá de cero en las primeras veces hasta tres ya en los finales, y ella de quince a veinte mil, o uno solo largo, largo, desde que suelte el primer zapato hasta que se ajuste de nuevo los aretes. ¿Es posible la mesura cuando de emociones se trata? ¿Cómo pedirle al corazón que ame en voz baja? ¿Crees encontrarte fuera de estas historias, lejos del alcance de esos seres incorpóreos que son los tiquiliaos, capaces de invadir nuestras vidas sin darnos cuenta de su presencia? En estas historias dedicadas a Neg, la principal ventura es precisamente examinar los desafueros del alma, sus veleidades contadas en los relatos sobre otros, que siempre tenemos a mano para disfrazar las nuestras, las que de verdad tensan nuestras cuerdas. ¿Quién se alista para la pérdida, la traición, la condena? ¿Define Eros el curso de la existencia? Bajo el tema inagotable de las pasiones humanas quedan aquí recogidas estas versiones de nuestras propias vidas, en la cruel dictadura de los recuerdos.